CAMBIOS EN LA TIERRA
Desde su formación, la Tierra está cambiando. Algunos de los factores
que transforman continuamente el planeta son: variaciones en la radiación solar;
cambios en el clima, largos períodos de lluvia o de sequía, las
glaciaciones (o períodos en los cuales la temperatura ha disminuido
tanto, que el hielo y la nieve han cubierto gran parte de la tierra);
impactos de meteoritos o asteroides; fenómenos naturales como erupciones volcánicas o terremotos, e incluso los cambios que ocasionan los seres vivos.
Todos estos hechos, tienen
algo en común. En tanto que son
procesos perceptibles por el hombre, son
procesos muy rápidos, tremendamente
rápidos a escala geológica,
puesto que los medimos con nuestra propia
escala de tiempo. Sin embargo, dentro
de esta escala, la separación de
los continentes y el crecimiento de las
montañas a nosotros nos parecen
procesos lentísimos.
Para entender cómo funciona la
Tierra hay que cambiar de escala y abarcar
los 4.500 millones de años que
tiene nuestro planeta. A esa nueva escala,
la ESCALA GEOLÓGICA, una erupción,
un terremoto o una obra civil son un suspiro,
casi no cuentan. El mismo movimiento de
los continentes resulta ser un proceso
muy rápido.
La vida lleva millones y millones de años haciendo ensayos
permanentemente; las especies que no se adaptan a las nuevas condiciones
desaparecen, se extinguen, y nuevas especies más adaptadas aparecen,
poblando el planeta de una gran diversidad de formas de vida, plantas,
animales, incluyendo a los seres humanos. Este proceso se conoce con el
nombre de evolución.
En la naturaleza, también puede suceder que dos especies se relacionen tanto, que la evolución o los cambios de una especie provoquen cambios en la otra: los colibríes (conocidos también como chupaflores o tominejos), por ejemplo, han adaptado sus cuerpos y picos al tamaño de las flores que frecuentan y éstas han tomado la forma de campana o tubo, del tamaño exacto del pico del colibrí; las flores emplean, además, los colores rojo, naranja y amarillo, pues son los colores preferidos por ellos. Cuando la evolución de una especie está tan estrechamente relacionada con otra, la llamamos coevolución.
En la naturaleza, también puede suceder que dos especies se relacionen tanto, que la evolución o los cambios de una especie provoquen cambios en la otra: los colibríes (conocidos también como chupaflores o tominejos), por ejemplo, han adaptado sus cuerpos y picos al tamaño de las flores que frecuentan y éstas han tomado la forma de campana o tubo, del tamaño exacto del pico del colibrí; las flores emplean, además, los colores rojo, naranja y amarillo, pues son los colores preferidos por ellos. Cuando la evolución de una especie está tan estrechamente relacionada con otra, la llamamos coevolución.
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